jueves, 5 de mayo de 2011

DIABÉTICO Y GAY



Pues si, señores, pues sí. Ayer y en el salón de casa, mi padre nos confesó su gran secreto: que es gay. Si ya nos causó un gran trauma el habernos enterado en su día que era diábetico, imagínense ustedes la sensación que supuso semejante noticia, y encima sin haber hecho la digestión, que el muy maricón nos lo dijo, con la cena en la boca del estómago ¡Será maricón! Casi se me explota una teta del susto, menos mal que la silicona de mis tetas son de buena calidad y no como las de la Yola Berrocal que se las compró en el mercadillo del rastro de Lavapíes, que no lo digo yo eh! que lo dijeron el otro día en uno de los documentales de la 2 de Nacional Geography.

Yo era la única que, con la mayor atención y con la boca abierta como si fuese el Macario, el muñeco de Jose Luís Moreno, estaba tragándome la “chapa” de mi padre. Fue digno de una novela de ciencia ficción, escucharle contar al detalle cómo descubrió su verdadera condición sexual. Fue en una sesión de diabéticos, organizada por el hospital. Allí conoció a Mauricio, un joven Argentino, diabético como él, que recientemente le habían diagnosticado en una consulta rutinaria, la enfermedad. Por lo visto, el mantener conversaciones en plan cuantas veces te pinchas tú y cuantos miligramos de insulina te pones, une mucho.

Mientras mi hermana pequeña estaba deseando que terminase la reunión familiar para bajarse al parque a, como decía mi abuela que en paz descanse, “pelar la pava” con el churri, por algo dicen que está en la edad del pavo, mi hermana mayor, muy presumida ella, se estaba sumida en medio de una gran duda existencial que la mantenía en cama desde hacía cuatro días, no sabía si cortarse el pelo o cortarse las uñas, lo único que tenía en claro es que necesitaba urgentemente, un cambio de look radical. .

Mi madre, a la que le han detectado una temporal y selectiva perdida del oído, andaba refunfuñando porque se yo de yo que sé. Cuándo digo temporal y selectiva, me refiero a que escucha lo que quiere y cuándo quiere, no si, la mujer es de pueblo pero tonta no es. Sin ir más lejos el otro día, y aunque no viene a cuento yo lo cuento, fue a la delegación de hacienda y la señorita le dijo, después de haberla confeccionado el borrador de la declaración: Señora, tiene usted que pagar. Ah que ya me van a dar. No señora, que tiene usted que pagar En breve entonces me van a saldar. No señora no, no me escucha bien que… bueno que si, que la tienen que pagar, si, si, señora si. ¡Pues eso, lo que yo te decía, que si me van a pagar! Ya sabía yo que con tal de que el turismo no disminuya y haciéndome la Sueca, ibas a terminar diciendo lo que me a mí me interesa. Hay que ver lo que hacemos los Españoles con tal de tener contentos a los extranjeros.

De repente, llamaron a la puerta. Era el novio de mi padre, por lo visto, debieron de pensar, que ya metiditos en harina, era mejor soltarlo todo y aprovechar de paso para hacer las presentaciones oportunas. Un tío de casi dos metros, moreno, con unos ojazos de impresión, un cuerpo de los que los ves y se te caen la bragas del gusto, y…. Argentino, ché. Joder, yo lo flipé con el maromo. Hasta ese momento, yo siempre había pensado que los Argentinos eran todos como el Maradona, que lo único positivo que tenía era que la sabía meter muy bien.

No lo dudé, y le dije a mi padre que el tenía que admitir la realidad y que ya con su edad porque el hombre no es de ayer, y siendo diabético de por vida, tendría que admitir que no le podría dar todo lo que ese pedazo cuerpo “mate” solicitase y que, yo como soy su hija, y sólo por eso, no me importaría cumplir y saciar los deseos sexuales de ese buen mozo cuando mi padre no pudiese darle lo suyo. ¡Todo sea por la familia!

Mi madre, que por fin ya había dejado de refunfuñar ella sola, le miró y le dijo: Oye, tu no sabrás poner el tdt, con lo bien que iba la televisión que nos tienen que cambiar todo estos cabrones, el zp este que es tonto, siempre sale riendo y yo no se de qué se reirá. El de la antena me dijo que el aparato está bien pero que el cable está ya viejo, así que he comprado una clavija pero no sabemos por donde meterla.

Vos sos un encanto, señora, dígame donde tiene la televisión que yo se la meto.

Mi padre, que es diabético pero no sordo, en un arranque espontáneo de celos dijo: ¡¡Eh, un momento, tu a mi mujer no la metes nada, ya me encargaré yo de eso!!

Yo, como dice mi sobrinita, alucinaba pepinillos, expresión que a mí me resulta un poco ridícula pero como hay que estar a la moda y por lo visto es una frase de lo más fashion, ya a la Beckan se lo oyeron decir cuándo estuvo viviendo en España… esa frase y la de que España le huele a ajo, hizo mella en todo el mundo.

Entonces, llegó mi vecina, que es una cotilla de mucho cuidado y siempre se está enterando y de lo que no se entera, lo pregunta sin ningún reparo, y dijo que, a través de la pared, estaba escuchándolo todo. No si cotilla es pero sincera también, y que, como buena vecina, quería compartir el momento con nosotros.

Preguntó a mí madre, como era posible que estuviese tan tranquila para sorpresa, no solo de mi vecina sino de todos, a lo que mi madre le contestó:

¿y por qué no iba a estar tranquila? A mí que sea mi marido gay no me importa yo me enfadaría si llegase un día diciéndome que es maricón, pero a mí que sea gay, ¡que me va a importar

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