viernes, 30 de diciembre de 2011
La soledad puede desencadenar obesidad y diabetes mellitus
El domingo día 14 de Noviembre, se celebraba el Día Mundial de la Diabetes y tuve la suerte de compartir esta importante fecha con la Asociación de Diabéticos de Elche y Comarca que preside un gran amigo, José Zornoza, impartiendo una conferencia a la que asistieron casi 300 personas que aguantaron estoicamente más de dos horas prestando una atención inusitada que agradezco desde estas líneas. Allí conocí a Mar Alberola, periodista de el periódico “Información” que se mostró sorprendida al recordarle que “la soledad puede ser el mecanismo desencadenante de una obesidad o una diabetes”.
Cada vez más expertos se suman a la afirmación del Dr. Valentín Fuster eminente cardiólogo español cuando nos asegura que “la soledad es el mayor enemigo del alma y del corazón”. Y no le falta razón aunque conviene matizar a que soledad se refiere. Existen en mi opinión dos tipos muy diferentes de soledad; la “soledad elegida”, esa que todos necesitamos alguna vez incluso a lo largo del día; esa soledad en la que podemos, no solo oir, sino escuchar el canto de los pájaros y el movimiento de las hojas de un árbol; esa soledad en la que nos imbuimos para pensar en nosotros, en nuestro trabajo y en los nuestros. Esa soledad es positiva, además de obligada si queremos disfrutar de la vida. Pero existe otra muy diferente: la “soledad obligada”, esa que nadie buscamos y que nos viene dada por las circunstancias de la vida, esa soledad que se puede sentir a pesar de estar rodeado de toda nuestra familia, de nuestros amigos o de nuestros compañeros en el trabajo. Y esta soledad es negativa, además de ser un verdadero “factor de riesgo” que puede llegar a desencadenar una obesidad e incluso una diabetes mellitus.
Cuando una persona se siente sola, porque vive sola o incluso viviendo en familia, no tiene ganas de hablar con nadie, ni de salir a la calle y por lo tanto tampoco de hacer la compra de una forma creativa. Se trata de un círculo vicioso: se siente sola y no habla con nadie, se alimenta de comidas prefabricadas, más ricas en grasas y azúcares, no sale a la calle y no camina, y se pasa las horas frente al televisor. Es decir, malos habitos alimentarios y sedentarismo. Los dos enemigos de nuestra vida saludable, que al final se convierten en los desencadenantes, primero del sobrepeso, luego de la obesidad y ésta en la antesala de la diabetes mellitus.
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