Aunque uno se vuelve bastante dulce cuando la sufre, por desgracia no es una enfermedad divertida. La causa es la falta de insulina, una hormona generada en el páncreas que regula la incorporación del azúcar a las células y que proporciona energía. Ante la falta de insulina la sangre se llena de azúcar.
Este exceso de azúcar en la sangre daña numerosos órganos y provoca enfermedades vasculares como: necrosis en los pies, ceguera, infartos y ataques de apoplejía entre otras cosas. Es conveniente recordar que antes de que existiera la insulina artificial, los enfermos morían de diabetes, por suerte la ciencia descubrió el modo de obtener insulina a partir de las glándulas vacunas y porcinas.
La diabetes es una enfermedad crónica y que adopta diferentes formas aunque todas tienen ese punto en común que es la alteración de la utilización de los carbohidratos que se traduce en una elevación de los niveles de azúcar en sangre, lo que habitualmente en la clínica se conoce como hiperglucemia. Esta alteración es debida a un déficit total o parcial de una hormona producida por el páncreas, imprescindible para la vida, que se llama insulina.
“La enfermedad del azúcar” adopta diferentes formas, pero las dos fundamentales son la diabetes tipo 1 y la diabetes tipo 2:
La Diabetes tipo 1 suele aparecer en gente joven, normalmente por debajo de los 35 años. Tiene, por lo general, una aparición brusca con una sintomatología variada en la que destaca la intensa sensación de sed, el aumento del volumen de orina y el acusado apetito a pesar de lo cual el paciente pierde peso. Se considera una enfermedad del sistema inmunitario, en el curso del cual las células del páncreas productoras de insulina son atacadas y destruidas por otras células de nuestro propio organismo.
La Diabetes tipo 2, también conocida como diabetes del adulto por su presentación en personas de edad mas avanzada, suele tener un comienzo mucho menos evidente, por lo que no es raro que se diagnostique a estos pacientes varios años después del comienzo de la enfermedad, por ejemplo, el paciente tiene un infarto de miocardio y en los análisis se detecta un franca hiperglucemia. No tiene su origen como la anterior en un trastorno inmunológico, aunque podrían participar en el origen diferentes causas que van a contribuir a la aparición de hiperglucemia.
Podemos encontrar otros tipos de diabetes, menos frecuentes: la diabetes Mellitus Gestacional que es aquella diabetes diagnosticada durante el embarazo y que puede desaparecer después del parto; la diabetes tipo MODY (diabetes del adulto que debuta en personas jóvenes) que se caracterizan por una necesidad baja de insulina y un historia familiar de diabetes; la diabetes tipo LADA (diabetes autoinmune latente del adulto) que es una diabetes tipo 1 de comienzo en la edad adulta.
Todas ellas tienen en común los problemas con la insulina que están conectados a la recepción y la entrega de amor. Las células fracasan o no se abren cuando llega el amor:
*Desengaños amorosos.
*Miedo al amor.
*Incapacidad de aceptar el amor del otro.
*Incapacidad para la entrega en el amor.
*Deseo inconfesado de satisfacción amorosa.
*No haber aprendido a dar amor.
*No tener confianza para entrar en el reino del amor.
Los diabéticos, por lo general, son incapaces de aceptar el amor y el placer porque no se creen merecedores de ellos. No se sienten valorados ni apreciados, cuando actúan lo hacen esperando algo a cambio; dar esperando recibir. Suelen tener una gran necesidad de saberlo y controlarlo todo, les cuesta mucho entregarse, no puede recibir amor porque nadie les enseñó a dar.
Además de los daños físicos que causa la diabetes, el enfermo se verá obligado a modificar sus hábitos cotidianos, se hará dependiente de sus dosis de insulina y deberá comer más a menudo y modificar su dieta, menos hidratos de carbono, dulces al mínimo, menos grasa y más fibra. Al diabético le cae encima el peso de la cronicidad de su enfermedad, más que a cada paso, sus hábitos de vida le recuerdan que “es un enfermo” y te privamos del dulzor de la vida. La medicina holística en muchas de sus formas afronta la diabetes como una enfermedad tratable, pero también en algunos casos curable. Para empezar, sería saludable que el diabético focalice atención en otros aspectos sanos de su vida y de su propia persona. Cambiar “soy diabético”, por “soy lo que soy… ¡Ah! y entre una infinitud de cosas que podrían definir, ahora mismo tengo diabetes”.
Se suele decir que el diabético necesita trabajar sobre el recuerdo emocional que provocó su profunda tristeza y de ese modo poder acceder al momento presente. Sólo después de curar el pasado es posible avanzar hacia el futuro. Deben permitir que las cosas sucedan lo que equivale a desarrollar la confianza en el universo.
Además de los consejos que el doctor nos dará al respecto y toda la información que encontraremos en la red sobre que hacer con la nutrición en caso de diabetes, el diabético podría hacer de su enfermedad un valioso tesoro que su cuerpo le ofrece para aprender lecciones sobre dar y recibir amor, sin miedo, sin dependencia y con total libertad.
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